El fármaco, un inhibidor que evita la activación de los linfocitos T, tiene la ventaja de que no bloquea la respuesta natural del organismo ante los agentes patógenos, a diferencia de los inmunosupresores que se utilizan habitualmente como terapia.
Los linfocitos T tienen la tarea de detectar en el organismo las sustancias que son reconocidas por el sistema inmunitario, llamadas antígenos. Los antígenos pueden ser propios (de tejidos y órganos) o bien extraños, que son los que suponen una amenaza. Lo que hace el nuevo medicamento es inhibir esta función para evitar que el organismo genere una respuesta ante los antígenos propios, pero que siga combatiendo con normalidad los antígenos externos para evitar que se produzcan infecciones.
Esta ventaja es una buena noticia para las personas que sufren enfermedades autoinmunes, ya que el tratamiento habitual con inmunosupresores bloquea por completo la respuesta natural, lo que hace que estos pacientes sean muy sensibles a las infecciones.
El estudio, que se ha llevado a cabo en ratones, revela que es compuesto es asombrosamente eficaz y que tiene efectos incluso cuando deja de administrarse. Gracias a esta característica, los pacientes podrían beneficiarse de los efectos del tratamiento sin necesidad de estar medicándose de forma activa.
