jueves, 4 de mayo de 2017

Qué es y qué ventajas tiene la carga rápida

La carga rápida es una de las características que más veremos en a lo largo de este 2017. Sin embargo, esta función, que hasta el momento parecía reservada solo a los dispositivos de gama alta, ya ha conseguido dar el salto a la gama media haciendo destacar por encima de sus rivales a aquellos dispositivos que la integren.

El último ejemplo de ello lo hemos visto en la renovada gama de los Moto G de 5ª Generación que, siendo un smartphone con un rango de precios inferior a los 200€ ya incorpora un sistema de carga rápida con el que consigue hasta 6 horas de autonomía con solo 15 minutos de carga.

¿Pero qué es y qué ventajas tiene un dispositivo equipado con carga rápida, con respecto de otro que no la tenga?


La tecnología que se utiliza para fabricar las baterías que actualmente utilizan la inmensa mayoría de los terminales que se encuentran en el mercado parece haber tocado techo en cuanto a densidad de almacenamiento de energía se refiere.

En este momento, los fabricantes de móviles se encuentran en un difícil equilibrio entre conseguir smartphones razonablemente delgados y que cuenten con la suficiente batería como para satisfacer un día completo de uso.

Ante semejante disyuntiva, y hasta que los sistemas de almacenamiento de energía puedan experimentar un nuevo avance, las marcan están desarrollando nuevos sistemas de carga rápida para minimizar el tiempo que el smartphone debe pasar conectado a una toma eléctrica para seguir funcionando durante muchas horas.

La carga rápida se basa en un principio eléctrico bastante elemental que consiste en aumentar de forma dinámica el voltaje y amperaje de la carga, para de ese modo acelerar el proceso y conseguir con solo unos minutos de conexión varias horas de autonomía.

Llegados a este punto es más que probable que te estés preguntando si ese aumento de potencia e intensidad durante la carga podría afectar de forma negativa a tu teléfono degradando más rápidamente su batería.

La respuesta es no, o al menos, no más de lo que puede degradarse cualquier batería con las sucesivas cargas con un sistema de carga tradicional.

Los sistemas de carga rápida se basan en la comunicación de dos circuitos. Uno de ellos ubicado en el cargador que se conecta a la toma de corriente y otro integrado en el smartphone y controlado por un algoritmo que se ejecuta en el procesador.

los cargadores con capacidad de carga rápida permiten voltajes de hasta 12 voltios

Al conectarse ambos componentes, los circuitos se comunican entre sí y el procesador del smartphone establece qué voltaje e intensidad es la adecuada en todo momento para optimizar los tiempos de carga, sin que se sobrecargue ninguno de los componentes.

Si estos circuitos de carga rápida no están soportados en uno de los componentes, la carga rápida no se activa y se comportará como un sistema de carga tradicional. Es decir, que si tu smartphone no soporta la carga rápida, no cargará más rápido de lo habitual por mucho que uses un cargador que sí soporte el sistema de carga rápida.

Los cargadores “tradicionales” entregan un voltaje de unos 5 voltios y una intensidad de entre 1 y 2 amperios resultando unos tiempos de carga de en torno a la hora y media para completar una carga completa.

En cambio, los cargadores con capacidad para carga rápida permiten voltajes de hasta 12 voltios y amperajes que llegan a los 3 amperios. Esto permite que la batería se cargue más rápidamente y solo necesiten unos 15 minutos de carga para lograr entre 5 y 6 horas de uso.

el sistema de carga rápida regula dinámicamente la potencia e intensidad que el cargador debe suministrar al terminal

Como ya hemos comentado, el sistema de carga rápida regula dinámicamente la potencia e intensidad que el cargador debe suministrar al terminal, por lo que la carga no es lineal y previsible como en los sistemas de carga normales, siendo mucho más rápidos y expeditivos durante los primeros minutos de carga, para ir reduciendo esa intensidad a medida que se va completando la carga.

Así, si en un sistema de carga normal encontramos que tras 40 minutos de carga se ha completado el 50%, podríamos adivinar que cuando transcurran 40 minutos más la batería estará al 100%.

En un sistema de carga rápida si, por ejemplo, tras 15 minutos de carga nos encontramos con un 35% de capacidad, podríamos pensar que en poco menos de 40 minutos tendrás tu smartphone completamente cargado. Sin embargo, esto no es así ya que un sistema de carga rápida puede tardar lo mismo en llegar desde el 1 al 70% de la carga que, del 70 al 100%.

Smartphones con sistema de carga rápida como el Motorola Moto G5, y su batería de 2.800 mAh
Es precisamente esta ralentización al final del proceso de carga la que protege la integridad de la batería de tu smartphone, evitando sobrecargas y un sobrecalentamiento de la batería.

Entonces, ¿qué mejoras aporta la carga rápida en los smartphones? Básicamente, podríamos resumirlo en que no tendrás que esperar una hora a que tu smartphone se cargue, para poder seguir con tu vida. Con un smartphone con sistema de carga rápida bastara conectarlo a la corriente mientras te tomas un café, para conseguir energía suficiente para completar el día.

No obstante, los smartphones actuales como el Lenovo Moto G de 5ª Generación , y su batería de 2.800 mAh, cuentan con autonomía suficiente como para aguantar sin problemas un día completo de uso medio. Si a esto le sumamos la optimización energética que aplica el sistema Doze integrado en Android 7.0 Nougat, llegar al final de la jornada sin necesitar cargar el dispositivo se convierte en la tónica habitual.