martes, 20 de junio de 2017

¿Por qué caducan las botellas de agua?

Es probable que al echar mano en el supermercado de una botella de agua hayas visto que ésta tiene fecha de caducidad, así que la pregunta es evidente ¿caduca realmente el agua? En principio la respuesta es un evidente no. El H2O no se descompone en materiales peligrosos para la salud como hacen los alimentos.

El motivo por el que las botellas de agua vienen con fecha de caducidad no es el agua, sino la propia botella. En particular, el plástico del que están hechas casi todas las que se pueden comprar. Puede que el agua no se ponga en mal estado con el paso de los años, pero su textura y sabor se ven afectados por el material en el que se guarda.


Beber de una botella que lleva varios años guardada no es peligroso para la salud. En todo caso notarás un desagradable sabor a plástico, pero nada más. Esto se debe al polietileno (PET) con el que está hecho el recipiente.

Aunque hay quien alega que el polietileno puede liberar productos peligrosos al agua, es un extremo aún por comprobar. La OMS no se ha pronunciado contra la utilización de este plástico para envasado y por ahora no hay evidencia científica que demuestra consecuencias adversas.

Uno de los motivos por los que la industria etiqueta sus botellas con fecha de caducidad es para librarse de posibles reclamaciones. Durante el proceso de embotellado se puede producir algún foco de contaminación, algo de lo que ningún fabricante está libre. Para reducir las consecuencias legales, la etiquetan con unos dos años de caducidad y así evitan que los problemas acaben pasando factura.

Hoy por hoy en gran parte de la geografía española casi todos los hogares tienen acceso a agua potable de buena calidad. Esto hace que el consumo de agua embotellada sea prácticamente innecesario para cocinar y beber.

No obstante, no ocurre lo mismo en otros países, en los que el tratamiento y depuración del líquido elemento deja bastante que desear. Es por eso que esta industria ha atraído los intereses de marcas como Coca-Cola y Pepsi, que se preparan para llevar la guerra de los refrescos al agua.