La burundanga, como se denomina popularmente la escopolamina, es una droga ideal para cometer delitos: no se detecta y provoca la sumisión total de las víctimas, que no recuerdan nada de lo ocurrido.
La burundanga llegó a España desde América Latina, donde muchos
delincuentes la suministran a sus víctimas para cometer robos y abusos
sexuales. El aumento de casos parecidos durante los últimos años en la
península Ibérica ha hecho que los especialistas españoles empiecen a
concienciar a la población del país sobre el fenómeno, informa 'El País'.
Andrés
Santiago, jefe de Medicina Legal del Hospital Clínico San Carlos en
Madrid y uno de los pioneros en estudiar el caso, apunta que en el
centro se registran más de tres casos de uso de esta sustancia al mes,
lo que significa que en la capital Española podrían darse 100 casos
mensuales. Los afectados describen su calvario de la misma manera: o
les habían robado o creen que sufrieron abusos sexuales... pero no
recuerdan nada. La droga desaparece de la sangre en 2-6 horas y se
elimina a través de la orina en 12 horas, aunque en ocasiones puede
llegar a detectarse incluso una semana más tarde. Por este motivo muchos
afectados pasan por la tragedia de no ser creídos.
Pero los médicos no se rinden. Recientemente ha tomado impulso una
campaña para sensibilizar al personal sanitario y a los miembros de los
cuerpos policiales. En la Hospital de San Carlos han publicado una 'Guía de detección de la sumisión química' para
uso en casos urgentes, pero por desgracia aún hay muchos casos en los
que resulta difícil demostrar el consumo de la droga.
Cabe
destacar que la burundanga no es un invento de los últimos años. Su
nombre proviene de una palabra afrocubana y designa un brebaje elaborado
con plantas que se encuentran fácilmente en la península. Esta droga
era utilizada por los antiguos romanos como veneno, y durante la época
medieval era el principal ingrediente del elixir del amor, como da de
conocer en su artículo sobre la burundanga el rotativo barcelonés 'La Vanguardia'.