Un grupo de investigadores estadounidenses espera que su estudio ayude a la prevención y tratamiento del glioma.
Los niveles bajos y normales de azúcar en sangre y en los tejidos
cerebrales estarían inversamente relacionados con el riesgo de
desarrollar glioma, un tipo de cáncer que se localiza en el cerebro o la
médula espinal, según un estudio publicado en la revista 'Scientific Reports'.
"Estos
tumores malignos son más comunes en personas con niveles normales de
glucosa, que en aquellos que tienen diabetes o exceso de azúcar",
comentó Judith Schwartzbaum, líder del equipo de investigadores de la
Universidad de Ohio.
El glioma es uno de los tumores cancerosos
más comunes en el cerebro. Se origina en las células del tejido
nervioso que contribuye al funcionamiento de las neuronas y aún no existen tratamientos para esta enfermedad, cuyos portadores normalmente mueren al cabo de uno o dos años tras el diagnóstico de la enfermedad.
Los
investigadores estudiaron los datos de diabetes y de azúcar en sangre
de casi un millón de residentes de Suecia y Austria y a poco más de 800 personas se les diagnosticó glioma.
Los resultados mostraron que las personas con niveles altos de azúcar
en sangre o diabetes tenían una menor probabilidad estadística de
sufrir el glioma que aquellos con niveles normales o bajos.
Schwartzbaum atribuye esta interrelación al factor principal de la diabetes: la alteración en el funcionamiento de la insulina.
Esta hormona no solamente regula el nivel de azúcar en sangre, sino que
también es un catalizador poderoso de crecimiento. El cerebro de los
diabéticos o de las personas con altos niveles de azúcar tiene menos
insulina que el de las personas sanas, un factor que podría frenar el
crecimiento del tumor y facilitar la reacción inmune al glioma en las
fases iniciales de su desarrollo.
Sin embargo, una vez que el tumor se ha 'atrincherado' en el cerebro, comienza a consumir más nutrientes y oxígeno, lo que conlleva a un aumento de niveles de azúcar en la sangre.
Los
investigadores abogan por que su descubrimiento sea tomado en cuenta a
la hora de diagnosticar y luchar contra el cáncer cerebral, así como en
la elaboración del tratamiento y métodos de prevención que impidan que
las células cancerosas obtengan más azúcar tras el desarrollo del glioma
y evitando su aparición.