La clave está en el sentimiento de culpa y la implicación física a la hora de servirnos la comida, aseguran los investigadores.
Incluso a aquellas personas que llevan una vida sana les
resulta difícil resistirse cuando se les ofrecen unas galletas, bombones
o salchichas.
Ver comida sabrosa, aunque poco saludable, justo
debajo de nuestras narices a menudo hace que incluso aquellos con una
gran fuerza de voluntad caigan en la tentación. A veces es inevitable.
Pero según un nuevo estudio publicado en 'Journal of Marketing Research' lo mejor que se puede hacer en tales situaciones es simplemente servirnos nosotros mismos la comida en vez de permitir a alguien nos corte un pedazo de tarta de chocolate.
"Hemos
descubierto que cuando a los participantes se les ofrece la opción de
consumir comida que consideran relativamente poco saludable tienen una
mayor inclinación a consumirla cuando se requiere menos participación
física para servírsela", aseguran los autores del estudio, Linda Hagen,
Aradhna Krishna y Brent McFerran, profesores de mercadotecnia de la
Universidad de Carolina del Sur (EE.UU.), de la de Michigan (EE.UU.) y
la Simon Fraser (Canadá), respectivamente.
Cuando consumir comida basura involucra
esfuerzos por nuestra parte -es decir, levantarse, ir a la mesa y tomar
algunos bombones- comemos menos que si alguien nos ofrece un plato de
bombones.
"Suponemos que este comportamiento se debe a que estar menos involucrado físicamente en servirnos la comida nos permite rechazar la responsabilidad por comer algo poco saludable y así sentirnos mejor después consumirlo", sostienen los investigadores.
Sin embargo este método no funciona con la comida saludable, notaron los autores del informe, basado en una serie de experimentos.