Aunque desde hace décadas se suponía que esta predisposición se desarrollaba en el cerebro durante el embarazo, científicos afirman que radica en otro órgano.
Desde la década de los 80 se sabe que la predisposición de una
persona a ser diestra o zurda se produce en el feto durante la octava
semana de embarazo. A partir de esa fase de desarrollo, el bebé empieza a
chupar uno de sus pulgares, hecho que indicará qué lado usará más esa
persona a lo largo de su vida.
Sin embargo, la razón de esta
elección era hasta ahora una incógnita. Aunque se conjeturaba que era
resultado del registro de la actividad en los hemisferios izquierdo y
derecho del cerebro durante la gestación del bebé, un grupo de
investigadores de la universidad alemana de Ruhr de Bochum afirma ahora
que la habilidad de ser diestro o zurdo no nace en el cerebro del feto,
sino en su médula espinal, informa el portal 'eLife'.
Dado
que la preferencia del embrión por usar una u otra mano se desarrolla
en la octava semana de embarazo, resulta imposible que esta decisión se
geste el cerebro, ya que éste no puede mandar órdenes para realizar
actividades motrices en sus fases tan tempranas de gestación, pues
debería estar conectado primero con la médula espinal para controlar
esos movimientos, lo que no es así.
Por ello los científicos
concluyen que es en la médula espinal y en ciertos genes que la componen
donde se determina la destreza o zurdera del individuo, o su condición
de ambidiestro.
Sin embargo, los científicos siguen sin encontrar
explicación a qué es lo que verdaderamente influye en los genes de la
médula espinal para que esto ocurra. En cualquier caso, afirman que esta
inclinación no viene determinada por el ADN, sino que depende de
factores ambientales que aún se desconocen y que afectan e influyen en
el ADN del bebé durante el embarazo.